jueves, 18 de diciembre de 2008

EL PAÑUELO BLANCO

Observo a una muchacha, sentada en un solar en medio de la plaza, la miré porque me gusto su vestido al moverse con el viento, y su cabello negro contrastaba con su tez blanca. Ella estaba ansiosa, inquieta, como si estuviera esperando a alguien o algo…

Me quedé sentada en una banca donde ella no podía verme  observándola, porque tenía  unas palmeras de moriche frente a mí. La observaba por horas, porque me tenía curiosa de su ansiedad, se movía de acá para ya, y miraba su teléfono celular, por instantes me provocaba acercarme y ofrecerle mí ayuda, pero entendí la escena como una prueba de resistencia, tratar de controlar mis impulsos ese día era mi meta. Pasaron horas y los niños de la plaza se fueron hiendo uno a uno, con sus padres y sus hermanos. La tarde se hizo noche, yo  sentada y ella angustiada. Salio la luna inmensa, ella también la vio y espero unos instantes y tomó su camino…

Fue tan triste la  escena de su partida, la sentí desilusionada y no dudé en creer que esperaba que la puerta se abriera de repente, al decidir marcharme quise pasar  por el solar y vi un pañuelo blanco con el escrito: “aunque la vida se oponga, aunque tenga cruzar mil lenguas de fuego, aunque mi cuerpo se canse de luchar, siempre habrá un último suspiro para volver a ese lugar, la plaza, el solar, estaré junto a ti antes de que salga la luna llena, el 18/12”

La luna salió y nadie llego esa noche, ella esperó y se cansó, tal vez fue el amor de su vida, quizá nunca otro hombre toco su alma como aquel, que le prometió llegar y jamás llegó, quizá esperó por años que se decidiera por ella, y quizá la razón y las circunstancias pudieron más que el amor, o tal vez vuelve todos los años en la misma fecha…

JHANOA

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